Una grata actividad realizaron los jóvenes de la Pastoral Juvenil de la parroquia San José el viernes 29 de julio en el Hogar de Ancianos Santa Julia de Curanilahue.
Compartir el amor por Jesucristo a pesar de las diferencias de credo, fue muy importante para los jóvenes que escucharon atentamente las vivencias de estas personas. Luego, la abuelita Marina les dedico varias canciones que ella misma ha creado.
El presbítero Luis Camacho, realizó un momento de oración y bendijo los recuerdos con citas bíblicas que la juventud les llevaba. Después de la once, se repartieron unos dulces que los abuelitos recibieron con caritas repleta de risa.
Cinco mujeres (Emita, Marina, Nelly, Anita y Cristina) y cinco hombres (Feliciano, Polito, Jesús, Héctor y José) viven en este hogar, acompañados del personal (7 trabajadores aprox.) que comparten con ellos, y día a día los cuidan, les cocinan, hacen el aseo y les hacen sentir el verdadero valor en esta etapa de sus vidas.
La presidenta del hogar es la Sra. Raquel Millán Caluman y el número de socias es de 18.
El Papa Juan Pablo II en su Carta a los Ancianos (1999), se dirigió a ellos con estas palabras: “así como la infancia y la juventud son el periodo en el cual el ser humano está en formación, vive proyectado hacia el futuro y, tomando conciencia de sus capacidades, hilvana proyectos para la edad adulta, también la vejez tiene sus ventajas porque —como observa San Jerónimo—, atenuando el ímpetu de las pasiones, “ acrecienta la sabiduría, da consejos más maduros ”.(11) En cierto sentido, es la época privilegiada de aquella sabiduría que generalmente es fruto de la experiencia, porque “ el tiempo es un gran maestro ”.(12) Es bien conocida la oración del Salmista: “ Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato ” (Sal 90 [89], 12)”.
La sociedad debe entender que los ancianos tienen la sabiduría adquirida por el pasar los años, por este motivo en todas las culturas indígenas del mundo, ocupaban un lugar muy importante. Lamentablemente hoy vemos como son maltratados, desvalorizados y olvidados.
Respeto, valoración, comprensión y mucho amor es lo que ellos se merecen.
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