El día 28 de agosto en la localidad de Peleco, se celebró el día de Oración por los Pueblos Indígenas con la tradición propia del pueblo Mapuche; en su lengua, instrumentos y danza, mostrando parte de su cultura, asistiendo comunidades de toda la provincia de Arauco, contando con la presencia de los sacerdotes jesuitas Pablo Castro y Carlos Bresciani de la comunidad de Tirúa, el padre Hernán LLancaleo, Asesor Decanal de la Pastoral Mapuche, la hermana Audina Huenumilla Namuncura de la congregación Catequista Misionera de Boroa junto a visitas de Vichuquén y Licantén lugar donde reside actualmente la hermana, y los loncos José Bautista Huenchunao, Teodoro Huenuman, Pascual Huenupi, José Huenupi, Agustín Carinao, Armando Marileo, Francisco Pichun, quienes guiaron este Ngillatun orando por todas las necesidades y derechos de los pueblos originarios, para que su cultura sea comprendida en nuestro medio, además que Dios envíe buen tiempo, y la tierra provea de los alimentos necesarios, por los enfermos y difuntos, y muy especialmente por los 32 hermanos mapuches que se encuentran en huelga de hambre, para que se entienda bien las demandas y no se aplique una ley injusta como lo es la Ley Antiterrorista.
En el año 1986, la Fundación Instituto Indígena de Temuco resolvió pedirle a los católicos que oraran de manera especial por el Pueblo Mapuche y por el resto de nuestros hermanos indígenas del país, por encontrarse éstos sometidos a situaciones de marginación, discriminación racial, social y política, por la pobreza, sufrimientos y desesperanzas. Esta idea fue acogida por el Obispo de Temuco Camilo Vial y posteriormente por los demás Obispos oficializándose a través de la Comisión Nacional de Pastoral Indígena y fijándose el último domingo del mes de agosto de cada año, orar por los hermanos y hermanas Mapuche, Aymará, Rapa Nui, Atacameño, Colla, Quechua, Kaweskar y Yagan. Además el Documento de Aparecida nos señala la preocupación por estos hermanos nuestros, como también lo menciona las Orientaciones Pastorales de nuestra Arquidiócesis 2008 -2010 en el número 85.8
“Cristo es nuestra paz. El hizo de judíos y no Judíos un solo pueblo, al destruir el muro de la enemistad que los separaba. En su propio cuerpo, Cristo puso fin a la ley de mandatos y reglamentos y formó de los dos pueblos un solo pueblo unido e Él. Así hizo la paz. Por su muerte en la cruz, Cristo dio fin a las luchas entre los dos pueblos y los puso en paz con Dios, haciendo de ellos un solo cuerpo. (Efesios 2,14)
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